El uso del tangram favorece el aprendizaje geométrico en los niños porque, al manipular simultáneamente las figuras –el cuadrado, el triángulo y el romboide– para construir otras, reconocen sus características y establecen relaciones entre ellas. Por ejemplo, se dan cuenta de que un mismo espacio puede ser ocupado por dos romboides, o por dos triángulos; que el romboide se forma con un cuadrado y un triángulo, que con las mismas piezas se pueden construir diferentes figuras.