¿Qué tienen en común la disposición de los pétalos de una rosa, la famosa pintura de Salvador Dalí [i]“Sacramento de la Última Cena”[/i], las conchas de algunos moluscos, la cría de conejos y los brazos en espiral de cierto tipo de galaxias como nuestra Vía Láctea?
Todos estos ejemplos dispares están unidos por un número conocido desde la Antigüedad, que a principios del siglo XVI, en Italia, fue denominado [b][i]«Divina Proporción»[/i][/b] y que en el siglo XIX recibió la distinción de [i]«Número de Oro o Áureo», «Proporción Áurea»[/i] y [i]«Sección Áurea»[/i].
[b]Phi[/b] ([b]Φ[/b] o [b]φ[/b]) es un número menos conocido que otros con nombre propio como Pi (π) o e, pero mucho más fascinante en numerosos aspectos; ha seducido a lo largo de la historia a muchas de las mentes más brillantes.
Además de tener propiedades numéricas sorprendentes o expresar relaciones geométricas asombrosas, Φ aparece, relacionado con la belleza, la perfección y el caos, como conexión insospechada entre la naturaleza y las creaciones humanas.
Cotidianamente utilizamos la palabra [i]“proporción”[/i] para expresar la relación comparativa respecto al tamaño o la cantidad que se establece entre las partes de las cosas; y para describir una relación armónica entre diferentes partes.
En Matemáticas, la palabra [i]“proporción”[/i] se utiliza para indicar la igualdad entre dos razones: [i]“nueve es a tres como seis es a do[/i]s”.
La Proporción Áurea ofrece una mezcla intrigante de ambas definiciones.